sábado, 10 de noviembre de 2012

El Caminante

La Alameda de Santiago, Año 1959.
(flickr: santiagonostalgico)

Pienso en esta noche en todos esos momentos que tu y yo tuvimos, y que ahora separados por algo mas que la distancia, anhelo poder volver a estar a tu lado, en un sillón  compartiendo quizás un vaso con la cerveza que solías tomar, escuchando algunos soundtracks antiguos de Ismael Serrano... Sí, recuerdo eso tanto como las mañanas en las que me llevabas siendo niño a recorrer Concepción de punta a cabo, y al medio día parabas un momento para sentarte en una banca de la vieja plaza (y yo a tu lado) a fumar un cigarrillo mientras, descansando sobre el terso respaldo de madera observabas a la gente pasar.

Olías a tabaco, a cerveza y (por supuesto) a viejo, y es que las pistas por ti recorridas fueron vastas, hombre de artes, amante de la libertad, los derechos y del hombre. Letras e imágenes fueron lo tuyo. Admirador de Pablo Neruda e Ismael Serrano. Tú también eres poeta único de tus andanzas, prisionero político de la dictadura de los setenta, huiste para años mas tarde rescatar los testimonios de quienes tenían aún algo que hablar.

En fin, donde vayas deseo verte pronto, ahora ya no perteneces a este mundo, pero mi corazón sigue igualmente abierto para percibir todas las enseñanzas que aún me quieras entregar. Descansa el alma pero el espíritu persistirá donde quiera que te encuentres, querido profesor de la vida.

Deslízate esta noche bajo la luna, pasame a buscar, que yo te estaré esperando una última vez, para pasear a las orillas del rio, pies descalzos por entre las piedras, para conversar sobre música y poesías.

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