La Alameda de Santiago, Año 1959.
(flickr: santiagonostalgico)
Olías a tabaco, a cerveza y (por supuesto) a viejo, y es que las pistas por ti recorridas fueron vastas, hombre de artes, amante de la libertad, los derechos y del hombre. Letras e imágenes fueron lo tuyo. Admirador de Pablo Neruda e Ismael Serrano. Tú también eres poeta único de tus andanzas, prisionero político de la dictadura de los setenta, huiste para años mas tarde rescatar los testimonios de quienes tenían aún algo que hablar.
En fin, donde vayas deseo verte pronto, ahora ya no perteneces a este mundo, pero mi corazón sigue igualmente abierto para percibir todas las enseñanzas que aún me quieras entregar. Descansa el alma pero el espíritu persistirá donde quiera que te encuentres, querido profesor de la vida.
Deslízate esta noche bajo la luna, pasame a buscar, que yo te estaré esperando una última vez, para pasear a las orillas del rio, pies descalzos por entre las piedras, para conversar sobre música y poesías.
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